Justo de Urgel, más conocido por el sobrenombre de "el vagabundo", caminaba despacio hacia la abadía esperando cobijo para una noche.
Al llegar a la gran puerta, y al no ver a nadie, se acercó a la campana y la tocó un par de veces, quedo sin respuesta, aquello parecía muerto, pero por las horas que eran decidió esperar.
Sobre una piedra plana se sentó, paciente, a esperar a que le abrieran la puerta.. Debe de tener un sueño muy profundo el hermano portero...