Abadía Cisterciense Fray Tanys de Vallbona
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 La Regla de San Benito

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Carolum
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Localización : Valladolid, Reino de Castilla

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MensajeTema: La Regla de San Benito   La Regla de San Benito Icon_minitimeMiér Oct 05, 2011 11:19 am

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    Regla de San Benito


    PRÓLOGO

    ¡Escucha, hijo mío, la enseñanza del maestro, escucha a tu corazón! Acepta de buen grado los consejos de un padre que te quiere y haz fielmente todo lo que te diga. Trabajando así la obediencia, volverás hacia Dios. Realmente, al negarte a obedecer por falta de valor, te estás alejando de él. Ahora, es a ti quien hablo, a ti, es decir, a todo hombre que renuncia a hacer su voluntad egoísta y que toma las armas más fuertes y hermosas de la obediencia para combatir bajo las órdenes de Christos, el verdadero Rey, nuestro Mesías. Sobre todo, cuando comiences a hacer algo de bien, suplica al mismo Aristóteles con una ardiente oración, poder realizar esa acción hasta el final. El Altísimo realmente deseó hacer de nosotros sus hijos. Por eso, nosotros no debemos nunca afligirlo con nuestra mala conducta. Los dones que puso en nosotros, debemos siempre utilizarlo para obedecerle. Si no, Él será como un padre en cólera que castiga a sus hijos y nos retirará nuestro legado.
    E incluso, si nos negamos a seguirlo hasta la gloria, estará como un maestro terrible que se enfada por nuestras faltas. Y Él nos condenará a un castigo sin fin por ser malos servidores.


    El ABAD

    El abad, aquel digno de ser la cabeza del monasterio, debe siempre recordar el nombre que se le ha dado. Debe probar por sus actos su nombre de “Superior”. Esta es la razón por la que el abad no debe enseñar nada, imponer nada ni pedir nada al margen de los mandatos de Dios. Pero sus órdenes y sus enseñanzas actuarán como un fermento para extender la justicia de Dios en el corazón de sus discípulos. El abad debe siempre recordar esto: el día terrible en que Dios juzgará a los hombres, examinará dos cosas: sus enseñanza y la obediencia de sus discípulos. El abad debe saberlo: si, entre sus ovejas, el padre de familia encuentra una en mal estado, es el pastor quien tendrá la responsabilidad. Al contrario, si el pastor se cansa mucho porque sus ovejas no son tranquilas y no obedecen, si hace todo lo que puede para curarlos de sus malas acciones, el día del juicio, Aristóteles lo declarará inocente. Esta es la razón por la que, cuando alguien recibe el nombre de “abad”, debe conducir a sus discípulos enseñándolos de dos maneras: Todo lo que es bueno y santo, él lo enseña con sus palabras, y aún más con su ejemplo. Para los discípulos que tienen el corazón sumiso, las palabras que el abad presenta son las órdenes de Dios. Pero para los que tienen el corazón duro y para los que entienden menos, es su ejemplo el que hace ver las órdenes de Dios. Y cuando el abad explica a sus discípulos lo que está mal, también por su ejemplo debe quedar manifiesto lo que no se debe hacerlo. Si no, él, que enseña a los otros, será condenado. Y si comete pecados, un día Dios le dirá: “Tu recitas mis órdenes: ¿Pero por qué? Hablas de mi alianza: ¿Por qué? Tú, que detestas todo Reglamento. ¡Sueltas mis palabras detrás de ti! ”. Y también: “Tu que ves la paja en el ojo de tu hermano, pero no ves la viga que está en el tuyo!”. El abad toma todas sus comidas con los huéspedes y los extranjeros. Pero cuando hay menos huéspedes, puede invitar a su mesa a los hermanos que quiera. Con todo, dejará siempre a uno o dos veteranos con los hermanos para mantener el buen orden.

    EL ABAD AMA A TODOS LOS HERMANOS SIN HACER DIFERENCIAS
    En el monasterio, el abad no hará diferencia entre los monjes. No amará más a un hermano que a otro, salvo cuando encuentre a uno que actúe mejor o que obedezca mejor que los otros. No hará pasar al hombre libre antes que al que era esclavo, excepto por una buena razón. Pero si, por una razón justa, el abad piensa que es necesario actuar así, lo hará sin tener en cuenta el cargo de los hermanos en la comunidad. Aparte de este caso, cada uno conservara su cargo de entrada al monasterio. En efecto, esclavo u hombre libre, todos somos uno en Christos y llevamos toda la carga del mismo servicio para el único Dios. No, Dios no hace diferencia entre los hombres. La única cosa que cuenta según él, es ser mejor que otros por nuestras buenas acciones, y ser humilde. Esta es la razón por la que el abad querrá a todos los hermanos con el mismo amor. Aplicará las mismas normas a todos, pero según los méritos de cada uno. ¡Obedecer en todo las órdenes del abad, menos cuando éste se haya portado diferente, esperemos que no! -. En ese caso, recuerda la orden de Christos: ¡“Haz lo que te dicen y no lo que te hagan! ”. El abad tomará un enorme cuidado con los hermanos que cometieron faltas. En efecto, “No son los que están en buena salud los que tienen necesidad de médico, sino los enfermos”

    EL ABAD ACTUARÁ COMO EL BUEN PASTOR
    El abad debe hacer todo lo que es necesario y de la forma más diligente, para no perder a una sola oveja del rebaño que Dios le confió. Para ello, se sirve de toda su inteligencia y habilidad. En efecto, lo sabe: recibió la carga de conducir personas enfermas y no el de ejercer un poder excesivo sobre personas con buena salud. Tendrá miedo de la amenaza que Dios hizo por la boca del profeta Ézékiel: “Las ovejas que encontréis gordas, vosotros debéis cogedlas. Pero las débiles, debéis guiarlas”. El abad imitará la ternura del buen pastor que deja a sus 99 ovejas sobre las montañas para ir a buscar su única oveja perdida. Tiene tanta piedad de la debilidad de esa oveja que llega hasta ponerla sobre sus santos hombros y traerla así hasta el rebaño.


    BIENES Y OBJETOS DE LA ABADÍA

    Para ocuparse de los bienes del monasterio: herramientas, prendas de vestir y todos los demás objetos, el abad elegirá hermanos en quienes tenga confianza. Es su buena conducta y su manera de hacer lo que guiará su elección. El abad les da la responsabilidad sobre esos distintos objetos como él juzgue oportuno. Entonces los hermanos se responsabilizaran de ellas y las guardaran. El abad tendrá la lista de todas esas cosas. Así pues, cuando los hermanos se sucedan en un cargo, el abad sabrá quién da y quien recibe. Si alguien trata los objetos del monasterio sin limpieza o negligentemente, se le reprochará. Si este hermano no se enmendara, se le castigará según la Carta de Caridad.


    LOS ENFERMOS

    SERVIR LOS ENFERMOS, ES SERVIR A DIOS
    Sobre todo y por encima de todo, es necesario cuidar a los hermanos enfermos. Se los servirá de verdad como a Christos mismo, porque dijo: “Estuve enfermo, y vosotros vinisteis a visitarme”. Y: “Aquello que vosotros hagáis a uno de mis pequeños, es mi a quien me lo hacéis”.

    CÓMO ATENDER A LOS ENFERMOS
    Los enfermos tienen un alojamiento separado, exclusivo para ellos. Para servirlos, se les da a un hermano que respeta a Dios con confianza, que está lleno de dedicación y es cuidadoso. Cada vez que es necesario, se ofrece a los enfermos tomar un baño. Pero se lo permitimos más raramente a los que están bien de salud y sobre todo a los jóvenes. Además, se permite a los hermanos que son muy débiles comer carne para rehacer sus fuerzas. Pero, cuando ellos están mejor, todos se privan de carne como de costumbre. El abad velará con enorme cuidado para que los celadores y los enfermeros no sean negligentes con los enfermos. En efecto, es el abad quien es responsable de todas las faltas de sus discípulos.


    EL TRABAJO MANUAL

    La pereza es la enemiga del alma. Por ello, en algunos momentos, los hermanos deben estar ocupados en trabajar con sus manos. En otros momentos, deben estar ocupados en la lectura de la Palabra de Dios. Esta es la razón por la que creemos que es necesario organizar estos dos empleos de la siguiente forma: De Pascuas al 1 de octubre, tras los Laudes, los hermanos hacen el trabajo necesario hasta la hora Tercia aproximadamente (10 de la mañana). Desde la media mañana hasta la hora Sexta hacen su lectura. Tras la Sexta, al mediodía y tras abandonar la mesa, pueden ellos descansar en su cama en un silencio completo. O, cuando un hermano en particular quiere leer, lo hace en voz baja sin molestar a otros. La hora Nona (la primera de la tarde) da paso al trabajo de nuevo, hasta las Vísperas. Cuando deben recoger las cosechas ellos mismos, porque es necesario allí donde están, o porque son pobres, no estarán tristes. En efecto, cuando viven del trabajo de sus manos, como nuestros Padres, entonces ellos son de verdad monjes. Como todo, se hará con moderación. Del 1 de octubre hasta el principio de la Cuaresma, en la mañana, los hermanos hacen su lectura hasta la hora Tercia. A continuación harán su trabajo hasta la hora Nona. Tras la comida, leen de nuevo o estudian los salmos. Durante la Cuaresma, hacen su lectura desde la mañana hasta las 9. Luego hacen el trabajo que se les encargó hasta las 4 de la tarde. Durante este tiempo de la Cuaresma, cada hermano recibe un libro de la biblioteca. Lo leerá con consecuencia y en su totalidad. Se distribuyen estos libros al principio de la Cuaresma. Sobre todo, se nombra a uno o dos Ancianos para que circulen por el monasterio en el momento en que los hermanos hacen su lectura. Ellos los supervisan: tal vez hay uno que no tinga ganas de hacer nada, pasar su tiempo sin hacer nada o charlando en vez de aplicarse a la lectura. Este hermano se hace de la culpa a sí mismo y, además, distrae a otros. Cuando se encuentra un monje de este tipo - ¡esperemos que no! -, se le hace reproche una vez, o dos veces. Si no se corrige, se lo castiga según la Carta para que los otros sientan temor. Un hermano no irá con otro hermano cuando no es el momento. El domingo, todos los hermanos se ocupan a la lectura, excepto los que son responsables de los distintos servicios. Si un hermano negligente o perezoso no quiere o no puede meditar o leer, se le encarga un trabajo para que no permanezca sin nada que hacer. En cuanto a los hermanos enfermos o de salud frágil, se les da un empleo o un oficio que les conviene. Así, no quedan desocupados, y sin embargo no son aplastados por un trabajo demasiado duro, o no tienen deseo de huirlo. El abad debe tener en cuenta su debilidad.


    CAMINO HACIA EL NOVICIADO:

    UNA ENTRADA DIFÍCIL
    Cuando alguien llega para llevar la vida religiosa, no lo dejamos pasar fácilmente. Pero seguimos el consejo de San Benito: «Procure saber si el espíritu que ellos tienen vienen de Dios». Sin embargo, aquel que llega y continúa llamando a la puerta. Después de cuatro o cinco días, vemos que él sostiene con paciencia la mala acogida y las dificultades que se le hace. Y él pide siempre entrar al monasterio. Entonces le permitimos entrar, y se queda en la casa de los huéspedes durante unos días.

    ¿ACASO EL RECIÉN LLEGADO BUSCA VERDADERAMENTE A DIOS?
    Luego, él va a la Cripta de los novicios, es allí donde ellos meditan, comen y duermen durante 15 días. Los confiamos al Maestro de los novicios, capaz de arrastrarlos hacia Dios. Este hermano se ocupa de ellos con el cuidado más grande. Él mira atentamente al recién llegado. ¿Acaso busca verdaderamente a Dios? ¿Acaso él se aplica con calor al Servicio de Dios, a la obediencia, a las pruebas que le hacen humilde? Se le habla de antemano de todas las cosas duras y penosas por las cuales llegamos a Dios.

    UN COMPROMISO PARA LA VIDA
    Aquel que va a ser recibido entre los hermanos promete delante de todos ellos, en la iglesia de la abadía, quedarse siempre en la comunidad, vivir siendo monje, y obedecer. Él hace esta promesa delante de Dios y delante de los Santos. Entonces, si se conduce de otro modo, él debe saberlo: el Dios de quien se burla le condenará. Él hace su promesa por escrito en nombre de los Santos que tienen sus reliquias en este lugar, y en nombre del abad presente. Esta promesa, él mismo la escribe de su puño y letra. Si es analfabeto, le pide a otro escribirlo para él. El novicio traza un signo sobre su promesa y él mismo la pone sobre el altar. Después de eso, el novicio comienza en seguida este versículo:« Acógeme, Aristóteles, según tu discurso, y viviré. No desanimes mi espera». Toda la comunidad repite tres veces este versículo, y reza a continuación el « Credo». Entonces el hermano novicio se prosterna a los pies de cada monje con el fin de que se rece por él. A partir de este día, él forma parte verdaderamente de la comunidad.


    EL VESTUARIO
    El vestuario dado a la entrada de los monjes a la orden debe ser llevado por ellos todos los días. Este vestuario comprende el vestido blanco, los escapulares negros, el cinturón de cuero y una cruz de madera alrededor del cuello. Lo que distinguirá a los padres de los hermanos y oblatos será una cruz de plata en lugar de la de madera.

    ACOGER A LOS HUÉSPEDES
    Todos los huéspedes que llegan serán recibidos como el Hijo de Dios. En efecto, él mismo dirá:«Yo era un huésped y ustedes me recibieron» todos los recibimos con el respeto debido a cada uno, sobre todo los hermanos aristotélicos y los extranjeros. Es por eso que, tan pronto como se anuncia la llegada de un huésped, el superior y los hermanos van para su encuentro con todo el honor que el amor inspira. Ellos comienzan por rezar juntos. Luego ellos se dan la paz. Damos este beso de paz solamente después de la oración, a causa de engaños del espíritu del mal. En los saludos, mostramos todos los signos de la humildad a todos los huéspedes que llegan o que se van. Encorvamos la cabeza o sea nos prosternamos a tierra para adorar en ellos a Christos que recibimos. Después de esta acogida, conducimos a los huéspedes a la oración. Luego el superior o el hermano a quien envía se sienta con ellos. Con toda la comunidad, el abad lava los pies de todos los huéspedes. El abad derrama agua sobre las manos de los huéspedes. Recibimos a los pobres y a los extranjeros con el cuidado más grande y la mayor atención. En efecto, es sobre todo a través de ellos que se recibe a Dios. A los ricos, los tememos, entonces los respetamos siempre. Ningún hermano va a encontrar los huéspedes o a hablar con ellos, cuando no recibió la orden. Pero si él los encuentra o si les ve, él les saluda humildemente, como lo dijimos, y pide una bendición. Luego él continúa su camino diciendo que no está autorizado a hablar con los huéspedes. Nombraremos a un hermano, a un hermano hotelero, que se ocupará de los huéspedes, con la bendición del Abad.

    RECIBIR A LOS MONJES EXTRANJEROS
    Un monje extranjero llega de muy lejos. Quiere quedarse en el monasterio como un huésped. Si se satisface con las costumbres que encuentra en este lugar, si no perturba el monasterio pidiendo demasiadas cosas, y si está contento sencillamente con lo que encuentra, se le recibe mientras quiera. Si él reprocha algo o si hace observaciones de modo razonable y con un amor lleno de humildad, el abad reflexiona con prudencia: ¿Acaso Aristóteles le envió a propósito para esto? Luego, si él quiere quedarse para siempre en la comunidad, no nos opondremos a esta petición. En efecto, durante su estancia en la casa de los huéspedes, pudimos ver su modo de vivir. Pero si, durante este tiempo, él se mostró exigente, o si su conducta fue mala, no debemos unirla con el cuerpo del monasterio. Se le dirá más bien, pero educadamente, que se vaya de allí, para que su mala conducta no haga daño a otros. Al contrario, cuando él no merece que se le eche fuera, lo recibimos si lo pide; o mejor, le aconsejamos fuertemente quedarse y le introducimos en la comunidad, para que otros aprendan algo con su ejemplo. En efecto, por todas partes servimos al mismo Dios, combatimos bajo los órdenes del mismo Rey. Y hasta, cuando el abad ve que este monje lo merece, él puede ponerle en una fila un poco más elevada que la de su entrada. Y el abad puede hacer esto no sólo para un monje, sino que para un sacerdote o para un clérigo, si juzga que su conducta lo merece. Ya le dijimos más arriba. Sin embargo, el abad tendrá mucho cuidado: él nunca guardará mucho tiempo a un monje de otro monasterio conocido, sin acuerdo de su abad o sin carta de recomendación. Porque Aristóteles dijo:« No le hagas a otros el mal que no quieres para ti».

    AMOR
    En el corazón, puede haber un fuego malo y amargo que te separa de Dios y te conduce lejos de él para siempre. Puede haber también un buen fuego que te separa del dolor y te conduce a Dios y a la vida con él para siempre. Este fuego, a los monjes le harán pasar en sus actos con un enorme amor. Ahí tienes cómo: cada uno querrá ser el primero para mostrar respeto a su hermano. Ellos soportarán con gran paciencia las debilidades de los otros, las del cuerpo y las del carácter. Se obedecerán mutuamente de todo corazón. Nadie buscará su interés, sino más bien el de otros. Tendrán los unos con los otros un amor sin egoísmo, como los hermanos de la misma familia. Respetarán a Dios con amor. Tendrán como su abad un amor humilde y sincero. Ellos no preferirán absolutamente nada a Christos y Aristóteles. ¡Que nos conduzca juntos a la vida con él para siempre!

    EL ALIMENTO
    Para la comida de cada día, hacia mediodía o las tres de la tarde, creemos que dos platos cocinados bastan para todas las mesas. Y esto, debido a las debilidades de cada uno. Entonces el que no puede comer de un plato comerá del otro. Es por eso que dos platos cocinados bastan para todos los hermanos. Y cuando se puede tener frutas o verduras frescas, los añadimos como el tercer plato. Cuando hay una sola comida, y también cuando hay dos, al mediodía y la noche, un grueso pedazo de pan basta para el día. Cuando se hace una comida por la tarde, el cillerero guarda el tercio del pedazo de pan para dárselo a los hermanos en este momento. Cuando hay más trabajo que habitualmente, el abad puede, si le juzga oportuno, añadir algo. Pero hay que sobre todo evitar los excesos, de manera que un monje nunca llegue hasta la indigestión. En efecto, no hay nada más contrario a todo aristotelismo que comer demasiado. Christos dijo: ¡«Atención! ¡No devuelva sus corazones pesados comiendo y bebiendo demasiado!». Para los jóvenes niños, no servimos la misma cantidad de alimento que para los de más edad. Se le da menos, guardando la medida en todas las cosa. Pero todos ellos evitarán comer absolutamente carne, excepto los enfermos que están muy débiles.

    LA BEBIDA
    Cada uno recibe de Dios un don particular: uno éste, y otro aquél. Esta es la razón por la que dudamos un poco en fijar la cantidad de alimento y de bebida para otros. Sin embargo, a causa de la enfermedad de los que son débiles, creemos que un hemina de vino basta a cada hermano para el día. Pero, a algunos, Dios le dio la fuerza de privarse de eso. Ésos deben saberlo, ellos recibirán por esto una recompensa especial. Cuando se necesita beber más vino a causa del lugar donde está, a causa de trabajo o del calor del verano, el superior decide dar más. Pero, en todo caso, él tiene cuidado con esto: los monjes no beberán demasiado vino y nunca se volverán ebrios. Sin embargo, he aquí lo que leemos: «El vino no se hace absolutamente para los monjes.» Pero, hoy, no podemos convencerlos de esta verdad. Entonces, pongámonos conscientemente de acuerdo por lo menos para decir: no hay que beber demasiado, sino con moderación. En efecto, a causa de vino, hasta los sabios pueden abandonar a Dios. Algunas veces, el lugar es tan pobre que no podemos encontrar la cantidad de vino fijada más arriba. Se encuentra mucho menos o en absoluto. Entonces los monjes que viven allí bendecirán a Dios en lugar de murmurar. Sí, ante todo, he aquí lo que recomendamos: ¡que los monjes nunca murmuren!

    LA ORACIÓN
    Cuando queremos pedirle algo a gente adinerada, nosotros nos atrevemos a hacerlo sólo con humildad y gran respeto. Entonces, cuando suplicamos a Dios del mundo entero, debemos hacerlo con más humildad aún, con un corazón puro y totalmente dado a Dios. Y lo sabemos: Dios nos concederá, si rezamos no con muchas palabras, sino con un corazón puro, apenado hasta las lágrimas de haber ofendido a Dios. Es por eso que la oración debe ser corta y pura, excepto si Dios, en su bondad, nos toca y nos inspira de rezar más tiempo. Pero, en comunidad, la oración será muy corta. Y, tan pronto como el superior dé la señal, todos los hermanos se levantarán juntos.

    REGLAS IMPORTANTES.
    1. Estar presente regularmente y participar en la vida de la abadía de Noirlac. (FRP: paso y remisión al correo regular sobre el foro cisterciense)
    2. Asistir a la oficina religiosa regularmente y participar en las celebraciones de las grandes fiestas religiosas. (FRP: desarrollar un RP real religioso participando en los debates a la Santa Sede y animando la vida parroquial y\o diócesis)
    3. Las ausencias prolongadas justificadas serán aforadas al aliso de la inversión religiosa del cisterciense en la iglesia y la orden. El preboste está encargado de una auditoría regular del respeto de los votos por los hermanos cistercienses.

    INCUMPLIMIENTO REGLAMENTOS
    El preboste tiene el derecho discrecional de recriminar en público o en privado toda infracción ligera manifiesta de un cisterciense. Cada reprimenda será objeto de un informe al capítulo. La repetición manifiesta o una infracción importante le da la oportunidad al preboste de convocar el tribunal del orden.

    Las Sanciones:
    => Llamada estricta y pública.
    => Arrepentirse en público.
    => Sermón público en el momento de la misa hecha en la ciudad de residencia.
    => Peregrinación fuera de la región RP no excediendo 1 semana.
    => limosna (venta de productos de necesidad a un precio roto: panes, maíz,…)
    => Flagelación pública con un látigo (por los "oficiales" del orden, 2 golpes cada uno).
    => Aislamiento espiritual (destierro temporal de 5 días del foro y prohibición de expresarse sobre cualquier foro en informe al juego).
    => Suspensión temporal (Prohibición de apelar a la orden durante 2 semanas. Él quita de su firma su pertenencia a la Orden).
    => Destierro de la orden.
    => Transferencia del asunto a la inquisición o a la justicia temporal.
    Tengamos mucho cuidado con esto: al monasterio, nadie se le permitirá, en ningún caso, tomar la defensa de otro monje o hacer como si fuera su protector, hasta si es su familia, de modo más o menos próximo. Los monjes nunca se permitirán actuar de esta manera. En efecto, esto puede originar conflictos muy graves. Si alguien no tiene en cuenta esta defensa, le castigaremos muy severamente.

    TRIBUNAL
    Al Capítulo General se le avisará de todo problema relacionar con la Norma o a la Carta por el Preboste. El rector será el Presidente del Tribunal y el Preboste actuará como Fiscal. El acusado deberá hacer frente a la Regla defendiéndose sólo. Las modalidades exactas del procedimiento serán definidas por el rector con arreglo a la complejidad del asunto (intercambios de mp’s, reunión msn, subforo tribunal...)
    Aristóteles: <<La virtud de la justicia pertenece al dominio político; porque es la noción de justo lo que introduce un orden en la comunidad política, y el poder judicial marca la frontera entre lo justo y lo injusto.>>

    EPÍLOGO
    He aquí por qué escribimos esta Norma: al practicarla en los monasterios, ponemos de manifiesto, por lo menos un poco, que nuestra conducta es derecha, y que comenzamos a llevar una vida religiosa. Pero por el que tiene prisa de llevar perfectamente esta vida, todavía hay unas enseñanzas de los santos Padres. Si se las practica, conducen a la cumbre de la vida perfecta. ¿En efecto, en los libros santos, acaso cada página, cada discurso que viene de Dios mismo, no es una regla muy segura para guiar la vida de los hombres? Hay también todos los libros de los santos padres Aristotélicos: ¿acaso ellos no hablan claramente de lo que debemos hacer para correr todo derecho hacia nuestro Creador?
    Herencia de San Benito.

    Corregido por el Padre Pobelcourt, Gran prior de la Orden Cisterciense.
    Traducido por Griko Bâcle, Vicario Diocesano de la Archidiócesis de Tarragona.
    La Regla de San Benito Tamponvallbona.....
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