El Joven Legrat no había llegado a Vallbona nada más que a encerrarse en una celda y a ponerse a leer grandes libros de historia, o de poesías, había arribado a aquel lugar con la intención de poder distraerse del gran cansancio que originaba en su cuerpo el trabajar sin descanso. Cuando estaba en casa acostumbraba a despejarse la mente sembrando verduras, hortalizas, frutas y granos que sirvieran para la semana o inclusive para el mes, era un joven que cuidaba mucho de su dinero, pero que a la vez comía las cosas que la naturaleza le otorgaba. En las tierras de la Abadía encontró un solar vacío, no descuidado, sino más bien limpio y bien mantenido, entonces buscó en el fondo del aquel bolso de cuero que cargaba guindando de su hombro algunas semillas que le habían quedado de la siembra en casa.
Con su mano abría pequeños hollos en la tierra y allí era donde ponía aquellas semillas que tenía en su mano, no lo hacía por querer hacerlo o porque sencillamente le gustase, sino que lo hacía para que los hermanos de la Abadía también disfrutaran de verduras, hortalizas y frutas que de vez en cuando el Joven Legrat podría preparar. Cargo sobre su espalda una cubeta de agua desde un pozo que estaba lejano hasta aquel lugar donde había sembrado papaya, patata, fresa, calabaza, cilantro, ajoporro, tomate, ají, plátano, entre otros cultivos más. Se quedaría allí a esperar que el ocaso cayera.
Vie Jul 13, 2012 4:10 am