A lo lejos del camino, por el valle tortuoso y con el alba de la mañana, divisó Vallbona y el espléndido monasterio en su centro.
-Buenos días nos dé el Altísimo, Hermano Portero. Me han dirigido a usted
para iniciar el seminario. Espero poder estar a la altura de lo requerido.
- Ha sido un largo camino desde las tierras altas de la Villa de Puigcerda dónde resido, y dónde conocí la fé y la necesidad del bautismo.
-Al fin me encuentro ante la casa de la sabiduría del Altísimo para encontrar el conocimiento y la amistad que podáis ofrecerme.
El Hermano, con una leve sonrisa, tras abrir los batientes de la magnifica puerta le indicó el camino de entrada para reunirse con la comunidad.