Llegada de Guido Henrique de Albuquerque, Conde de Vilar Maior

El Conde de Vilar Maior había viajado varios días en su carruagem en la dirección de la Abadía de Vallbona para reunirse con su amigo el Cardenal-monje Carolum Borja de Agnillo para tratar sobre el seminario diplomático. La Abadia se podía ver en la distancia, el hermoso jardín en su entorno parecía que el Jardín del Edén, cubierto con varias flores de diferentes colores, los árboles de diversas tonalidades de verdes y pájaros alegre y colorido llevando la paz a los corazones de aquellos que se acercaron allí. La carruagem sacudió al cruzar el camino de tierra, pero pronto empezó a correr normalmente en el camino de piedra pulida, y el viaje se ha convertido en confortable.

El Monseñor salío, arrastrándolo su capa de color negro hasta la gran puerta de entrada, donde bateu con forza.

- Por favor, quiero entrar en la abadía. Soy Monseñor Guido Henrique de Albuquerque, conde de Vilar Maior. Estoy cansado y busco ayuda espiritual.


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O Conde de Vilar Maior havia viajado vários dias dentro de seu coche em direcção da Abadia de Vallbona para encontrar-se com seu amigo o Cardeal-monge Carolum Borja de Agnillo para tratar sobre o Seminário Diplomático. A Abadia podia ser visto a distância, o belo jardim em seu arredor parecia o jardim do Paraíso, coberto por diversas flores das mais variadas cores, arvores de inúmeras tonalidades de verde e pássaros coloridos e alegres traziam paz ao coração daqueles que ali se aproximavam. O coche tremia enquanto atravessava a estrada de terra, mas logo as rodos começaram a correr pela estrada de pedra polida, e a viagem tornou-se confortável.

O Monsenhor desceu, arrastou sua capa preta pela chão até chegar à grande porta de entrada, onde bateu na porta com força.

- Por favor, gostaria de entrar na Abadia. Sou Monsenhor Guido Henrique de Albuquerque, Conde de Vilar Maior. Estou cansado e busco ajuda espiritual.

Angelo se encontraba deambulando por los pasillos de la abadía cuando oyó una voz proveniente de la Entrada. El joven novicio corrió hacia la puerta y al abrir la puerta vio a un hombre desconocido para él. El recién llegado se identificó como Monseñor Guido Henrique de Albuquerque, Conde de Vilar Maior. A lo que Angelo respondió:

- Buenos días tenga, Vuestra Grandeza -dijo el novicio recordando las normas de etiqueta-. Su visita nos honra sin duda alguna, Monseñor. ¿Qué os trae por estos parajes apartados de todo bullicio?


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Angelo achava-me deambulado pelos corredores da abadia quando ouviu uma voz proveniente de Entrada. O noviço jovem correu em direção à porta e a porta viu a abrir a um homem desconhecido para ele. Ele recém chegado identificou-se como monsenhor Guido Henrique Albuquerque De, conde de Vilar Maior. Angelo respondeu ao que:


- Bom dia tem, Vossa Grandeza - disse o noviço recordando as normas de etiqueta- . Sua visita honra-nos sem dúvida alguma, Monsenhor. Que traz-vos por estes lugares afastados de tudo bulício?

La gran puerta se abrió, y el Monseñor podía ver lo novicio Angelo D'Arezzo.

- Gracias a Dios, hermano! Gracias a Dios! - Dijo el Monseñor. - Permítanme entrar en su Abadía, hermano, buscar la paz y un lugar tranquilo para meditar. Estoy cansado de todos los problemas que me han afligido y me impide hablar con Dios. Necesito de la paz para tratar de escuchar el mensaje del Todopoderoso, el Omnipotente.

El monseñor se acercó y le susurró.

- ¿Habría alguna posibilidad de un alojamiento conventual para este hermano que está necesitado? Prefiero hablar con usted, Excelencia, en otro entorno. Si es posible, por supuesto.

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A grande porta se abriu, e o Monsenhor pôde ver o noviço, Angelo D'Arezzo.

- Graças a Deus, irmão! Graças a Deus! - disse o Monsenhor. - Acolha-me em vossa Abadia, irmão, busco paz e um lugar calmo para meditar. Estou cansado de todos os problemas que tem me aflingido e preciso de retirar-me para tentar conversar com o Altíssimo Todo-Poderoso.

O Monsenhor se aproximou e sussurrou.

- Haveria por acaso alguma cela especial para este irmão necessitado? Prefiro conversar contigo, Excelência, em outro ambiente. Se possível, é claro.

- Pasad dentro, pues. Debo anunciarle que cualquier arma que posea debe quedarse aquí, en la Portería de la abadía. Las armas no están toleradas en el recinto. Tengo una celda preparada para las visitas, por favor seguidme y os mostraré el camino

- Por cierto -dijo volviéndose hacia el visitante-, no debéis tratarme de su Excelencia, pues no he hecho nada para merecer tal honor. Aunque debo comunicarle que una vez dentro de Vallbona todos somos hermanos, sin tratamientos especiales. Pues todos somos iguales ante Dios y somos queridos por igual.


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- Passais dentro, por favor. Devo anunciar-lhe na baliza da abadia que qualquer arma que possua deve ficar-se aqui. As armas não são tolerado no recinto. Tenho uma cela à mão para as visitas, por favor segui-me e mostrar-vos-ei o caminho


- Decerto - disse em direção a visitante- retornado-se, não deveis tratar-me de sua excelência, pois não tenho feito nada para merecer tal honra. Embora devo comunicar-lhe sem tratamentos especiais que uma vez dentro somos de Vallbona irmãos tudo. Por isso tudo somos antes Deus iguais e somos querido por igual.