Lleagada de Jonathan O'Neill monje cisterciense de Italia

Jonathan, después de un largo viaje de Italia, caminaba lentamente en la dirección de la abadía de Vallbona, observando y admirando el paisaje en el camino y pensando en su futuro y demás, como cada vez que caminaba algunos distancia "larga".

Llegó a la puerta de la abadía de Vallbona, llega en este lugar, quedó impresionado por la belleza de la abadía y sus posesiones.

Después de haber contemplado aquel lugar decidido llamar a la puerta y quedó en espera que algún monje viniera a abrir.

- Buenos días, hermano. Mi nombre es Angelo D'Arezzo y soy el encargado de la Portería. ¿En qué puedo ayudarle?

Jonathan escuchó una voz joven que vino desde el interior de la puerta principal, y dijo con tono de voz más alto que el normal

Hola hermano, yo vengo de la Abadía Cisterciense Italiana de Fornovo, mi nombre es Jonathan O'Neill conocido como "Jonathan_oneill" Monje Cisterciense y soy un Profesor de el seminario.

Yo vengo aquí, en esta Abadía, con la esperanza de poder visitar este lugar y quedarme un poco para mejorar mi idioma y para encontrar Paz.

A Angelo se le iluminó la cara ante la respuesta del recién llegado. Había dicho que era un Monje de la Abadía Italiana de Fornovo. Últimamente habían llegado algunos hermanos de las otras abadías, Vallbona estaba recuperando su posición en la comunidad cisterciense.

- Hermano, nos honráis con vuestra visita. Sed bienvenido a nuestra Abadía. Aquí encontréis la paz que tanto ansiáis y seguro que aprenderéis algo de castellano, aunque debo decirle que lo habláis bastante bien -dijo el joven con una sonrisa en los labios-. Pasad, pasad. No es conveniente que os quedéis fuera con este frío. Os acompañaré hasta vuestra celda

Al abrirse de la puerta, Jonathan pudo ver el rostro del joven que estaba dentro y después de haber sido invitado a unirse a caminar en su interior.

Gracias por la hospitalidad que me estás dando, es un honor para mí visitar su abadía, y compartir la amistad aristotélica con otros hermanos cistercienses.

Que Aristóteles y Christos siempre nos donen razón y fe - dijo mientras seguía el joven.

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