- Muchas gracias hermano, que Aristóteles le bendiga. Disculpe las formas pero el frio de ahí fuera es insolente.
Soy Andreu Colmenar, diácono de Urgel, y venía a la misa. Se que llego algo tarde, pero tenía al Obispo de Lérida hospedado y no podía dejarlo allí... ¿Ha llegado alguien más?
Mientras tanto, simplemente retirando la capucha de su rostro y sin reparar en el color sonrosado de las mejillas del amable monje que le había abierto la puerta, lo siguió hasta el interior para guarecerse del frío.