Ya habían pasado unas largas horas desde que Ander dejó Tarragona, montado en su corcel, seguía un camino de piedra en busca de la abadía, mientras intentaba recordar las direcciones que Tanys le había explicado para llegar hasta esta. Tras preguntar por ella a varios campesinos que trabajaban las tierras consiguió divisarla en el horizonte.
-¡Por fin!-exclamó
Bajó del caballo y continuó el breve recorrido que le restaba a pie, su caballo ya había trabajado bastante. Al llegar al portón amarró el caballo a un troncó y sacó de su bolsa algo para darle de comer. Despues de un breve descanso, golpeó el portón.
-Muy buenas tardes, vengo desde las lejanas tierras de Tarragona, para aumentar mis conocimientos en la fe aristotélica ¿podrían dejarme pasar?
Ander esperó junto a su corcel una respuesta.