Desde tierras lejanas del Reino de Valencia, concretamente desde el pueblo de Játiva venia el joven seminarista para ingresar en la Abadía de Vallbona, queria conocer una congregación eclesiastica por dentro y formar parte de ella.
El camino aunque largo y duro se pasó muy agradable ya que todas las gentes de aquellos lugares le ayudaban en todo lo que podian y le indicaron muy bien para llegar incluso antes de lo que el habia podido imaginar.
Al cruzar la gran colina divisó a lo lejos una cupula muy bonita, eso debe de ser, pensó para si.... cada vez que daba un paso la abadía se hacia más y más grande y a la vez más bella.
Al llegar a la gran puerta del monasterio tocó la puerta y esperó pacientemente a que alguien le abriera la puerta.