Goswintha llegó a la Abadía desde Tarragona, el viaje había sido tranquilo y agradable. Antes de entrar, miró el edificio que tenía delante de ella, respiró hondo y llamó a la puerta suavemente con los nudillos de la mano, era temprano y no quería hacer sonar la campana.
Al poco rato se entreabrió la puerta.
- Buenos días nos dé el Altísimo, Hermano Portero, acabo de llegar de Tarragona y me gustaría permanecer una temporada en la Abadía junto con otros hermanos de fe.
Goswintha miró con la cabeza agachada al Hermano Portero, le pareció haber reconocido en él a Don Griko.