Inma salía de la Abadía a atender algunos asuntos cuando se tropezó con un vecino de Tortosa que andaba un poco despistado buscando por dónde entrar.
- Buenos días Sr. Andreu, vaya, qué bueno veros por aquí, ya imagino a lo que venís. Permitidme que os acompañe hasta la entrada -caminaron juntos unos metros y señalándole la campana de la puerta le dijo- ahora, debéis seguir vos solo. Tocad la campanilla y el hermano portero no tardará en salir a recibiros. Me quedo a vuestro lado mientras tanto.
Sonrió al joven y se quedó esperando a que él llamará para que el hermano Griko pudiera salir a recibirle.