Despues del domingo, Andreu volvió a acercarse hasta el domino abacial. Conforme se aproximaba, vió una figura aguardando en el pórtico al parecer esperando.
- Querido hermano... ¿Carlorum? - le sonaba haberlo visto por la sede de la Iglesia, pero no recordaba su nombre con exactitud-, sea usted bienvenido a Vallbona
Kolme ofreció su mano al visitante al tiempo que siguió hablando.
- Habrá hecho un largo viaje para llegar hasta aquí y supongo que lo habrá hecho para consultar las obras de la biblioteca y visitar las celdas de los hermanos cistercienses.
Andreu se fue acercando hasta la puerta de entrada y extrajo un manojo de llaves.
- Verdaderamente la biblioteca abacial es extraordinaria y aquí se guardan algunas obras inéditas en nuestra lengua, y de otros trabajo realizados en su mayor parte por el hermano Griko (que Aristóteles tenga en su gloria).
En este momento, el Sacristánd e Urgel calló y se quedó mirando al religioso que lo acompañaba.
- Mas no soy yo quien tiene la capacidad de expedir la autorización para ingresar en estos dominios. No obstante, tengo la llave y si necesita algo en concreto, puedo facilitárselo (incluso se lo podría enviar a su residencia). Sin embargo, si quiere estudiar aquí con calma y tranquilidad, deberá escribirle al Pater Tanys, ya que últimamente no frecuenta estos dominios. Lamento no poder servir de más ayuda.