Llegada de Don Zebaz Campeador.

Parecía que del mediodía pasaría al anochecer, que tranquilidad, paz y silencio rodeaban aquellos muros de Vallbona. Cuanta calma y con cuanta calma se tomaban los monjes la dura vida. De pie con el sol del medio día dándole fuerte en todo el cogote Zebaz aguantaba a la espera de que un monje le recibiese y le diese un poco de agua porque si seguía mas tiempo bajo ese sol moriría deshidratado.
La puerta se abrió y que salto dio el Campeador al ver al Padre Carolum que vestido de monje aun daba mas miedo, que feo era, la familia ya sabia de su retirada, pues los niños le temían y los bautizos eran todo un espectáculo ver como los padres corrían detrás de los hijos para cogerlos y no escapasen del Padre Carolum.

Bendición!!! Por fin te dignaste a abrirme esta puerta llena de moho y carcomida por los bichos. Y con este sol que me esta dando que caeré redondo al suelo desnutrido por los chorros y chorros de sudor que tengo que desprender para refrescar mi cuerpo, y quemado por este sol como si fuese un hereje en medio de la hoguera.

Se ayudo del Padre Carolum que lo agarro del brazo, el Barón siguió al monje.

Que viaje, que calor dentro de los carros esos forrados de cueros y terciopelos que en el verano parece el horno donde cuecen los bollos, y esta maldita gota que cada día me tiene mas amargao, hay!!!! Decía en forma de lamento. Que duros son los veranos, esperamos poder pasar el verano ...

Que buenos los arquitectos de estas fortalezas como sabían usar y poner las piedras. Que buen clima se creaba allí dentro tanto en invierno como en verano. Que a gusto y bien podría vivir el Campeador allí, tranquilidad, paz, buen clima, buenos cuidados por los monjes sabios, y mas decentes que los médicos que solo querían robar las fortunas y Zebaz no se fiaba ni un pelo.

No tenga prisa padre Carolum, aquí sentado y fresquito me podré recomponer del sofoco cogido. Eso si traerme una jarra de agua.

Se sentó en el banco cayendo de golpe encima de el, resonando por todos los pasillos. Y apoyo su bastón

Observaba aquella sala y los pasillos que salían de ella, los retablos de las paredes llenas de humedad y las baldosas del suelo haciendo imperceptibles dibujos. Por fin entraba su cuerpo a temperatura normal después de pasar tiempo expuesto al sol como un langosto.

Padre Carolum gracias por el recibimiento. Mientras se ponía en pie, y cogía su bastón, indicando a Carolum que le ayudase con el baúl con sus pertenencias. Eso necesito yo, tranquilidad, y mucha necesito, la vida en Aragón es dura y yo ya no puedo con todo, he dejado muchas obligaciones en mi hijo, que bueno ya sabemos como es el pequeño Ismot le cuesta mucho pero debe aprender yo no estaré siempre y debo saber que el cuidara bien de mi fortuna el día que yo parta. Y esta maldita gota que me tiene amargao. Yo, yo fui uno de los mejores soldados de todo Aragón, que de los mejores, el mejor de los soldado de Aragón y de la península!!! Decía fuerte y alto para que quedase constancia de lo dicho, al paso que seguía al Padre Carolum por los pasillos del monasterio, contando sus vivencias que a la mínima oportunidad desviaba la conversación para poder contar una y otra vez.